Estas tres palabras no necesariamente deberían estar relacionadas, pero últimamente han rondado mi cabeza, lo que quiero alcanzar, cómo lo quiero alcanzar y a qué precio.
Ya van para 4 años y un poco más metidos de cabeza en levantar nuestra propia empresa, con muchas anécdotas, un montón de experiencia y con resultados buenos. Pero es indudable que toda esta carrera va pasándonos factura. Hace un tiempo ya que mi cuerpo está gritando que necesita vacaciones, unas de verdad.
No puedo negar que han existido momentos en los que he llegado a pensar:
¿realmente vale la pena pasar por todo esto?
No quiero sonar como un presumido, pero sé que si en este momento decidiera dejar todo botado y pasar a trabajar como empleado para alguna compañía sé que podría exigir un muy buen sueldo y una vida con pocas preocupaciones. Pero también sé que pasaría a ser uno más de aquellos que decidieron tener una vida gris, conformándose apenas con alcanzar el "status quo".
Tampoco me interesa ser parte del otro extremo, de aquellos quienes olvidan su vida privada con tal de mantenerse trabajando y tener una empresa grande y fuerte. En aquellos casos quizá lleguen a su vejez y podrán estar tranquilos por tener un negocio estable y fuerte, pero nada hará que el tiempo regrese, ni las oportunidades de compartir con familiares y amigos. ¿O acaso creen que es lo mismo viajar teniendo 26 años que teniendo 56?
Encontrar algo que te llene de satisfacción, sin que llegue a comprometer tu paz y sin perder el horizonte. ¡Vaya lío! No es nada fácil de solucionar y tampoco olvidar.
Muchas veces mi racionalidad me ha puesto contra la pared, tratando de resolver todo como si fuera una ecuación. Mientras mi parte irracional se mantiene a la expectativa, buscando un momento para pegar un grito de auxilio.
¿El significado de todo esto? Simple, necesito recuperar fuerzas para seguir con mis metas, me siento cansado, pero no quiero dar mi brazo a torcer y si a alguien le llega a pasar lo mismo, simple, no se den por vencidos, siempre existirán soluciones.
Por ahora la única recomendación es algo que recuerdo aún de cuando hice un curso del método de control mental de José Silva, hace muchos años ya. Antes de irse a dormir (o si prefieren lo pueden hacer en cualquier momento que tengan libre), recuéstense en un lugar cómodo o si quieren directamente en la cama, cierren los ojos y cuenten lentamente desde el 10 al 1 en forma regresiva haciendo que su respiración sea más pausada a medida que bajan los números. Visualicen cada uno de los números en su cabeza a medida que los van pasando.
Al terminar visualicen dos cuadros, uno de marco azul que contiene la imagen de su situación actual, las cosas que les pasan, como se ven y se sienten, concéntrense en ese cuadro, las características que tiene. En el otro cuadro, con un marco de color blanco, visualicen cómo quieren estar, cómo se quieren ver.
Normalmente estos ejercicios mentales requieren de práctica, haciéndolo seguido les aseguro que en muy poco tiempo la solución aparecerá tan clara como ese cuadro, sin necesidad de buscar ayuda en lugares recónditos, todas las respuestas están en nosotros, simplemente necesitamos dejarlas salir. Con esto marcamos los puntos de inicio y fin, nuestra mente se encargará de dibujar el resto.
PD: Por si acaso la imagen no tiene ninguna connotación religiosa, tan sólo me gustó la idea detrás, no debemos dejar nunca nuestras alas y también debemos estar dispuestos a luchar.