He dejado durante un largo tiempo en el olvido mi blog, aún así no se me quitaba una idea de la cabeza. Muchas veces esperamos a que pase demasiado tiempo o que ya sea demasiado tarde para decir cuan importantes son las personas a las que queremos en nuestras vidas.
Desde hace mucho he considerado un error el no expresar lo que sientes por una persona, ya sea con palabras o con hechos, aún cuando desde niño no me acostumbré a decirlo con libertad, sin razón alguna realmente, es como si en algún momento de mi vida hubieran implantado la idea en mi cabeza de que los hombres no pueden ser afectuosos y no nos dimos cuenta que nos pusieron ese pensamiento incrustado.
Si bien no puedo decir que mi vida ha sido un camino lleno de sonrisas, sí puedo decir que han sido muchas más las alegrías que las tristezas y lo más importante es que aprendí a disfrutarl las alegrías y a aprender de las tristezas, pues ninguna puede calificarse como "mala", todas son experiencias que nos enseñan y nos permiten crecer.
En mi caso de maneras muy diferentes, pero a la vez siempre enriquecedoras, se dedicaron a enseñarme mis padres, no quiero sonar egocéntrico, pero hay muchas personas que me han dicho que me admiran por lo que he hecho, por como soy o lo que he logrado, lo mismo pasa con mis hermanos en formas distinas... Yo lo resumo en un sólo hecho, tuvimos los mejores maestros...
Decir que mis padres han sido perfectos sería mentir, sería quitarles la humanidad, pero así como tuvieron errores y aciertos, nos enseñaron a que hay que ser siempre responsables por las cosas que cada uno hace y afrontar las consecuencias, no esconderse, ni mentir. Me mostraron que ser una familia no siempre implica ser un estándar o siempre ser "la familia perfecta", sino que lo importante es aprender y caminar juntos...
Aprendí a amar el campo, disfrutar los viajes, querer siempre conocer un poco más, aprendí a relajarme en un río, preparar mi propia comida, comer al calor de una fogata improvisada y que la vida en el campo puede ser mucho más relajada sin necesidad de electricidad, ni de televisores que contaminen nuestras mentes.
Supe también que un buen libro siempre será un excelente compañero en una larga espera, que te hace sonreír, pensar y hasta emocionarte...
Me enseñaron que nunca hay que darse por vencido, que nada es imposible de hacer y que podemos caer levantarnos una y otra vez, siempre con una nueva lección aprendida y siendo mejores cada vez.
Algo muchas veces olvidado es que de los errores también se aprende y de ellos supe que si cometemos un error y no lo perdonamos, somos nosotros quienes arrastramos ese peso encima y no logramos avanzar. La naturaleza humana hace que sea difícil perdonar y olvidar los errores ajenos, más aún cuando nos han afectado de forma directa o indirecta, pero el no hacerlo simplemente nos mantiene atados a un sentimiento, a un mismo punto en el tiempo sin dejarnos evolucionar.
Aprendí también que amar no significa estar ciego, que podemos querer, ver y pensar al mismo tiempo. Y que el amor dentro de una familia siempre perdurará, sin importar cuan lejos estemos, si pareciera que todo hubiera cambiado, es la única constante que nos mantiene.
De mis padres aprendí también a ser curioso, a querer siempre aprender, así como muchas veces inclusive aprendimos juntos que alguna de nuestras travesuras podía terminar dañando algún aparato.
Me enseñaron que los amigos de verdad son pocos y que cuando los encuentras debes mantenerlos muy cerca de tu corazón, pues ellos son la chispa que te puede alegrar, así como también el hombro en quien apoyarte cuando eres tú el que ha caído.
Conocí también formas de divertirme, compartí mi primer trago, se asustaron con mi primera borrachera, o con alguna de mis locuras, pero sin embargo nunca dejaron de confiar en mi, porque también me enseñaron que no sólo ellos creían en mi, sino que yo debía creer en mi mismo.
Supe que nada de lo que digan podrá vencerme si yo creo firmemente en lo que sé y en quien soy, me enseñaron a estar orgulloso de mi mismo, sin dejar que ello nuble mi mente ni me deje ver que necesito de los demás para poder ser y ayudar a los demás.
Sé también que me harán mucha falta cuando no estén, aunque sea mayor siempre necesitaré un abrazo de mamá o un consejo de papá. Aún cuando podrán estar seguros que no los defraudaré, siempre estarán en mi mente y en mi corazón, recordándome lo que debo hacer y que siempre debo ver hacia adelante con una sonrisa... :)