Aunque los tiempos han cambiado, los años han pasado, he crecido (al menos internamente, en estatura ya me di por vencido), a pesar de todo lo me ha hecho subir y bajar en mi vida, siempre me he sentido como un niño, como un soñador y eso me ha ayudado a mantener siempre una sonrisa.
Luego de mucho tuve que encontrarme con que no siempre se puede mantener un soñador sin tener que pisar la tierra y tener que tomar decisiones, afrontar responsabilidades y pensar en mil y un variables. Eso es lo que nunca te cuentan cuando eres niño, que algún día vas a tener que hacer y no porque no quieran que sepas la verdad, sino que probablemente no lo entiendas.
Una de las cosas que aunque todos saben, muchos olvidan o prefieren hacerse de la vista gorda, y es que para cada acción hay una reacción y probablemente tengamos que afrontar las consecuencias de las cosas que hacemos, aunque pueda ser mucho más fácil simplemente virar la cara y hacer como si nada hubiera pasado.
De todos estos casos, las decisiones que son más difíciles de afrontar son aquellas que involucran a personas a las que queremos, porque independiente del resultado, no vamos a querer que salgan de nuestras vidas, vamos a querer seguir viéndolos a los ojos sin necesidad de agachar la cabeza o ver hacia otro lado.
Pero es justamente por ese amor que les tenemos que les debemos la verdad, aún cuando nos duela, aún cuando a ellos también les duela, porque al final siempre será mejor vivir sabiendo lo que tenemos y a quien queremos, que no saber qué esperar de una persona.
Varias veces me han cuestionado por mantener amistad con personas que bajo la concepción de la sociedad, son "malas personas", yo preferí conocerlas y descubrí que la imagen que muchos criticaban tan sólo era juzgarlos por las decisiones que habían tomado alguna vez en su vida o simplemente porque su imagen no cuadraba con el "estándar" de la sociedad, pero al final no sólo eran personas a quienes podía llamar amigos, sino que también podía saber exactamente qué esperar de ellos. Por otro lado están en cambio aquellas personas que proyectando una imagen de personas fiables en los momentos menos esperados descubres que ocultan mucho bajo su fachada.
En resumen, aunque las decisiones no siempre sean las más fáciles, ni las más agradables, es mucho mejor el evitar hacer un daño mayor a los demás y tener paz nosotros mismos, quizá de manera inmediata no nos vayamos a sentir mejor, pero al menos nos permitirá acostarnos a dormir en paz y con la consciencia tranquila.