Nadie es a prueba de balas, ni exento de errores, pero eso no quiere decir que debamos vivir encerrados o con miedo de salir a la calle, de experimentar, de aprender...
Decidí escribir esta historia como una analogía de lo que me pasó y cómo lo terminé comparando con otras áreas, con historias propias y de amigos, como un simple hecho puede estar conectado con muchas más.
Hace casi 2 meses tuve un pequeño accidente, nada sorprendente o que debiera preocupar mucho, pero sí tuvo una secuela imperceptible al inicio y que tuve que afrontar luego. Como muchos saben, me muevo en bici cada vez que puedo y a donde más puedo, entre esos destinos está la oficina, que en los días que sé que no voy a tener que estar yendo a reuniones o saliendo de una lado para el otro prefiero llevar la bici.
En uno de esos días yendo a la oficina en la bici, debo confesar que fui muy descuidado, normalmente debo bajar por una loma que fácilmente tiene una pendiente de unos 45 grados o más, eso hace que la bajada sea divertida y peligrosa al mismo tiempo, aquél día iba de lo más tranquilo, de hecho llegaba más temprano para poder tener tiempo de entrenar, ducharme y ponerme al día con los pendientes.
Sin embargo los planes cambiaron porque durante la bajada llegué a ver el odómetro de la bici y marcaba 40km/h, lo cual en una bici donde nuestro "chasis" es el cuerpo, es mucho... Mi mente dijo, debes reducir la velocidad, pero fue apenas un poco, estaba confiado, conozco esa ruta de memoria y sé tomar las curvas sin problemas con esa velocidad (fue lo que pensé internamente).
Pero como dice la canción: "la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida", alguien había decidido lavar su patio muy temprano en la mañana y había un enorme charco de agua justo en la curva a la bajada de la loma, traté de tomar el control, inclinar mi cuerpo hacia el otro lado, en fin, minimizar el impacto, pero igual era tarde, ya estaba en el piso. Con la velocidad y el deslizamiento sobre el asfalto logré una buena quemada en la pierna y en el brazo, del susto me paré de un sólo golpe, cogí mi bici y me hice a un lado para asegurarme de que no me golpeara algún carro o algo por el estilo.
Estaba adolorido, un poco asustado y caminando lentamente hasta tratar de entender qué pasó. Luego recordé que aún estaba lejos y con mucho cuidado me volví a subir a la bici, pero esta vez pedaleando muy lento. Llegué a la oficina, me bañé, limpié las heridas, desinfecté (con el consecuente grito e insulto al poner el desinfectante sobre la herida) y las cubrí con gasa y esparadrapo.
Como con cualquier herida, con el paso del tiempo va sanando, desapareciendo, hasta ser imperceptible, dejando dos cosas al final, aprendizaje y miedo. El aprendizaje se debe quedar, pero el miedo se debe desechar, de otra manera no podemos avanzar, nos quedamos atados a un sentimiento, a un recuerdo y revivimos la experiencia en nuestra cabeza sin siquiera tener claro porqué no nos podemos alejar de ese sentimiento.
En este caso el miedo se quedó y sin que me dé cuenta... Cuando me recuperé y volví a salir en la bici, a pesar de que no tenía miedo de andar en la calle, de repente al encontrarme con un obstáculo que normalmente hubiera brincado, esquivado o simplemente pasado sin contemplación, un ataque de ansiedad se apoderaba y me obligaba a bajarme, caminar o pasarlo muy lento.
Lo extraño de esto, es que no era la primera vez que me caía en la bici, estando en la montaña alguna vez hasta salí volando hacia adelante, y a la semana siguiente estaba trepado de nuevo en la bici como si nada. Eso me hizo querer entender, qué pasó esta vez, porqué la diferencia?? Qué hizo que el miedo se quedara...
En términos sencillos, la gran diferencia es que no lo vi venir, no lo esperaba, estaba confiado, estaba en el camino que conocía de memoria, donde todo era predecible, donde no había mucho que pensar. Estando en la montaña vas mentalizado, sabes que el camino seguramente va a ser difícil, muchas veces sin conocer la ruta, o quizá el clima hizo que la ruta cambie, vas preparado mentalmente a sobreponerte y arreglártelas para regresar a como dé lugar a casa.
Fuera de lo que pasó conmigo, es igual en la vida en general. Cuando algo nos golpea, sin que lo esperemos, sin que sepamos cómo reaccionar, puede llegar a dejar una marca, ese miedo a que si lo volvemos a intentar podemos fallar. El error aquí es dejar que eso nos controle, como decía al inicio, hay que aprender, pero no mantener el miedo, el miedo es útil, no es malo, pero sólo si nos sirve como catalizador de una experiencia, si nos aferramos a él, si no lo descartamos, se vuelve un lastre que no nos deja vivir, ni seguir adelante.
He conocido muchas personas que llevan años, a veces 5, 10, 15 o más y no logran liberarse, perder ese miedo a caer, a equivocarse, a afrontar las consecuencias de sus acciones. El ser humano es un animal de costumbres dicen, pero también se supone que somos los más inteligentes del reino animal, a veces cuesta creerlo porque parece que simplemente preferimos repitiendo el mismo error, antes que aprender.
Si nos quedamos pensando en "mejor no lo vuelvo a hacer", en lugar de "qué es lo que puedo mejorar" o "cómo debí reaccionar realmente". No vamos a ver ningún cambio, tan sólo vamos a encerrarnos en nuestra burbuja y creer que estamos seguros, hasta que nos vuelva a sorprender algo inesperado.
Lo más común es escuchar el típico "no vuelvo a enamorarme", porque creen que una relación fallida implica que no hay opción a encontrar a la persona indicada, o el "mejor es ir por lo seguro", cuando se presenta una oportunidad de dejar tu trabajo y emprender tu propia empresa, o algo tan simple como "eso no como", cuando quisieron invitarte a probar comida extranjera y sólo logras recordar aquél momento en el que algo que comiste y no conocías te cayó mal.
Por mi parte, volví a treparme a la bici y a hacer las mismas cosas que antes, con más precaución, pero sin que eso me limite o evite que disfrute de lo que hago... Si alguien lee esto, te has puesto a pensar qué cosa dejaste de hacer o tuviste miedo de volver a intentar por una mala experiencia?
PD: Acá les dejo una canción de Jorge Drexler que me vino a la cabeza pensando en lo inesperado de la vida: Inoportuna